No 29 «Cuando el Banco se Convierte en tu Segundo Hogar»:

  «Raspando la Olla de las Anécdotas»

—En los "sagrados" y a veces hilarantes pasillos de nuestro banco, la formalidad del traje y corbata a menudo da paso a momentos que harían sonrojar a un comediante.

—Atrás quedaron los días en los que solo nos preocupábamos por números y balances; ahora, cada jornada es una nueva oportunidad para añadir un capítulo mas al libro de recuerdos.

—Las bromas espontáneas, los cumpleaños celebrados, los paseos a "Pereira" y "Cali", los "reinados de belleza de los hombres", los partidos de ping-pong, y esos pequeños desafíos diarios se convierten en historias para recordar.

—Los "lazos" se fortalecen no solo a través del trabajo compartido, sino en el rico tejido de las interacciones personales que llenaron nuestras horas y enriquecieron nuestras vidas. Nos reímos de los errores pasados, planeamos futuras travesuras y aprendemos lecciones —invaluables— de cada uno, consolidando no solo una red profesional, sino una verdadera "familia extendida".

«Bellezas Bancarias: Entre la Estética y la Ética»
Las Anécdotas de «Gloria Orozco»

—Ah, mi querido lector, permítame "raspar esta olla de los recuerdos" con la "cuchara" de la "nostalgia" y servir en tu plato una exquisita —anécdota—, sazonada con el más fino "humor bancario". Prepárese para un festín de "ocurrencias" que te harán reír, suspirar y, quizás, reflexionar un poco mas de como era el ambiente en el banco.

—Corría el año... bueno, eso no importa, en ese tiempo los años pasaban. Lo que importa es que el banco era un templo de la —belleza femenina.— No es que uno fuera un "mirón", —¡Dios me libre!,— pero de vez en cuando había que —"darle gusto al ojo", ¿no? Y en ese "santuario" de cifras y chequeras, las empleadas eran el —verdadero capital.—

—Era un día más en el banco, o al menos eso queríamos creer mientras nos dedicábamos a la ardua tarea de admirar, no solo los números en nuestros listados, sino también la incuestionable belleza de nuestras "colegas".

El banco era un auténtico "desfile de modas", un catálogo en vivo donde cada pasillo se convertía en una "pasarela improvisada". Y entre todas, destacaba «Gloria Orozco». Las empleadas del banco eran, sin excepción, todas muy «pispas», y las que no alcanzaban esa categoría, por lo menos eran «amañadoras».

—Entre estas "bellezas bancarias", brillaba con luz propia "Gloria Orozco". ¡"Ave María Purísima"! Pero «Gloria», ¡oh Gloria!, estaba en una liga aparte. Esa mujer era una mezcla de "Grace Kelly" y "Angelina Jolie", pero más bonita. Cuando caminaba por los pasillos del banco, hasta los billetes le hacían la venia. Pero, ¡ojo! Era una señora casada, más respetable que un gerente de banco que sabe recordar todos los nombres de sus clientes.

—Un día, estábamos un grupo de compañeros, todos apiñados alrededor de —Gloria— como "abejas" a la miel. Ella, con esa gracia que Dios le dio, nos contaba historias que nos tenían más embelesados que un niño frente a un helado de tres bolas. —Nosotros, pobres mortales, "muriendo de sed junto a la fuente", la escuchábamos con más atención que si estuviera revelando los secretos del éxito en la bolsa. Y, de paso, no podíamos evitar darle de comer al ojo, hipnotizados por su encanto y su belleza.

—Imagínense la escena: cinco hombres, todos vestidos de gris como palomas en el "parque de Berrio", pendientes de cada palabra de «Gloria». Ella, con esa "inteligencia" que le brotaba como agua de manantial, sabía que no solo estábamos escuchando sus palabras, sino también "divirtiendo la vista", como decimos por acá.

—De repente, «Gloria» nos mira con esos ojazos y dice:

—«Bueno, caballeros, ¡me les voy porque hoy si me van a "echar" de la casa»!

—Todos nos quedamos mudos. ¿Qué había querido decir? Pero ella, ni corta ni perezosa, remata:

—«Y ninguno de ustedes me va a "dejar dormir en su casa"», ¿verdad?

—¡"Virgen Santísima"! Las risas "estallaron" como cohetes en "Año Nuevo". Todos los que habíamos subido al cielo con sus relatos, ahora aterrizábamos entre carcajadas. Era como si «Gloria» nos hubiera dado un "empujoncito cariñoso" para recordarnos que, por muy "embelesados" que estuviéramos, ella era como "la luna": hermosa de admirar, pero nada más.

—Y así, mis queridos lectores, terminó aquel día en el banco. Una anécdota "simple", pero que nos recuerda que la vida está llena de estos momentos: risas compartidas, belleza admirada desde lejos, y la sabiduría de saber cuándo es hora de irse a casa. Porque al final del día… ¿Qué es la vida sino una colección de estas pequeñas joyas? Momentos que, como las "anécdotas" en esta "olla", solo necesitan un poco de «fuego» y el toque maestro de un «buen narrador» para volver a brillar.

—Después, cada uno se fue a su casa, con la imagen de "Gloria" grabada en la retina. Y sí, esa noche, más de uno tuvo problemas para "conciliar el sueño".

Reflexión:
—A veces, «la belleza» es un instrumento de doble filo. Gloria, sin proponérselo, nos había seducido a todos. Pero no con sus "encantos físicos", sino con su inteligencia y su chispa. Nos había recordado que las mujeres son mucho más que una «cara bonita». Son seres completos, capaces de hacernos reír, pensar y, por qué no, "soñar".

«Bromas Bancarias: Cuando el Humor es la Mejor Inversión»

«Carmen Alicia», la Musa del Conmutador

—¡Ay, mis queridos lectores! —Hoy les traigo una historia que «huele a café», a tinta de bolígrafo y a las risas que solo se escuchan en los pasillos de un banco.
—Una historia que nos enseña que el —ingenio y la perseverancia— pueden florecer en los lugares más inesperados.

—Nuestra protagonista es "Carmen Alicia Álvarez", una mujer cuya belleza solo era superada por su inteligencia. Mientras nosotros, simples mortales, nos «quemábamos las pestañas» en las fiestas, ella se dedicaba a devorar libros y a conquistar el mundo académico.
—¡Y vaya que lo logró!
—En un abrir y cerrar de ojos, pasó de su puesto en el «conmutador» (era la persona que recibía las llamadas) a un puesto importante en el banco, dejando a más de uno con la boca abierta.

Pero no crean que todo fue color de rosa. "Carmen Alicia" tuvo que sortear obstáculos dignos de una telenovela: madrugadas, jornadas laborales y un transporte público difícil. Pero ella, con su espíritu indomable, logró salir victoriosa.
—¡Un aplauso para esta heroína moderna!—

« El Duelo de Ingenio entre Carmen Alicia y Carlos Ospina»

—Y como en toda buena historia, no podía faltar un antagonista. En este caso, el papel recae en «Carlos Ospina», un empleado «bonachón» y «dicharachero» que tenía un don especial para meterse en «líos».
—Un día, Carmen Alicia le pidió que le avisara cuando llegara un cheque importante a su cuenta.
—Y Carlos, con su humor corrosivo, le respondió:
—Tranquila, mi querida Carmen Alicia.

—Yo le avisaré cuando llegue su cheque para que no se le vaya a —estrangular su úlcera.—

—Carmen Alicia, con su característico desparpajo, replicó:
—¡Ay, «maldingo» pendejo! ¡Animal de monte!
—¡Hasta eso que yo no tengo úlcera!
—Y Carlos, sin perder el ritmo, remató:

—Si no la tiene, aquí con mucho gusto se la sacamos. 🤣😅

—Las carcajadas resonaron en todo el banco.
—Y es que, a pesar de las diferencias, siempre había un ambiente de camaradería y buen humor.

Reflexión Final

La historia de « Carmen Alicia » y "Carlos Ospina" nos recuerda que la vida es una mezcla de risas, de triunfos y fracasos.
—Y que, al final del día, lo más importante es mantener el buen humor y la capacidad de reírnos de nosotros mismos.
—¡Así que alcemos nuestras tazas de café y brindemos por « Carmen Alicia », por "Carlos Ospina" y por todos aquellos que, como ellos, nos enseñan a vivir con alegría y pasión!

« Doña Emi»: Espíritu Inquebrantable

En el corazón de la oficina bancaria, donde los números bailaban al son del calculadora y las teclas chasqueaban como castañuelas, trabajaba doña « Emilse Uribe », la secretaria de gerencia con una sonrisa tan radiante como el sol del trópico.

Veterana de mil batallas bancarias, « doña Emi» había visto pasar presidentes, gerentes y hasta un par de reformas monetarias, pero su temple y buen h umor permanecían intactos.

Un viernes por la tarde, mientras el ocaso se asomaba tímidamente por las ventanas, «Carlos Ospina», un compañero siempre dispuesto a colaborar, se acercó a doña Emi para confirmar sus planes para el fin de semana.

—« Doña Emi », ¿recuerda que habíamos quedado en ir juntos a ese lugar el fin de semana? —preguntó Carlos con una sonrisa pícara.

« Doña Emi », con su característico paso ligero y una sonrisa que iluminaba la oficina, le respondió:

—¡Claro que sí, Carlitos! Pero resulta que no vas a necesitar ir, mi querido Sergio mi esposo me va a llevar.

Carlos, sorprendido, no pudo evitar una broma:

—¡Ah, caramba, doña Emi! ¿Y cómo así que va a poner a “choferiar” al pobre Sergio? ¿No le da un poco de lástima?

Doña Emi, soltando una carcajada que contagió de alegría a toda la oficina, exclamó:

—¡Uy, Carlitos, tú siempre con tus bromas! No seas malo, Sergio está encantado de llevarme. Además, tú sabes que yo no soy de las que se dejan mandar; si él no quiere, ¡ya verá!

Carlos, contagiado por la energía de doña Emi, no pudo evitar reír a carcajadas.

—¡Jajaja, lo sé, lo sé, doña Emi! Usted es una mujercita dura como un roble. Pero bueno, me alegra saber que ya tiene transporte. Que la pasen de maravilla el fin de semana.

Doña Emi, con un último gesto amable, se despidió de Carlos y se dirigió hacia la salida, dejando atrás una estela de alegría y buen humor. Carlos la observó marcharse, contagiado por su energía, y no pudo evitar sonreír.

Doña Emi, con su sonrisa inquebrantable y su espíritu inquebrantable, era un faro de alegría en la oficina bancaria, un recordatorio de que, incluso entre números y balances, la vida siempre tiene un toque de humor y color.

«Ligia Isabel»: El alma de "Los Alegres Parranderos" y su legado de unión

¡Ah, los "Alegres Parranderos", el grupo de amigos más divertidos que jamás haya existido en el banco! Era como si la vida misma nos hubiera dado una tarjeta de invitación a una fiesta sin fin. Y en el centro de todo, estaba Ligia Isabel Arias, la reina de la coordinación y la organización, siempre lista para planificar el próximo fin de semana de aventuras y risas.

Era un viernes cualquiera en el banco, y como todos los viernes, los ánimos se encendían en "Los Alegres Parranderos". Este selecto grupo, compuesto por los más “parranderos" del banco, se auto proclamaba experto en la noble y antigua tradición del —gozo semanal.— Los fines de semana eran sagrados y reservados para excursiones a pintorescos pueblos, siendo Alejandría, en el oriente antioqueño, su destino predilecto.

Ligia Isabel Arias, la gran organizadora y coordinadora de “nuestras escapadas", tenía el don de la convocatoria. «Ligia Isabel» decía con entusiasmo: 

"¡Hola a todos, este sábado nos vamos para Alejandría! ¿Quién se apunta?"

En cuestión de minutos, lograba armar un plan y un grupo dispuesto a seguirla hasta el fin del mundo… o al menos hasta el próximo pueblo. A Ligia se unían los más puntuales, siempre eran Patricia Álvarez y sus hermanos, Hernando Balvin, Luz Marina Gómez, Luz Elena Suarez, Juan Arias, Angela Posada, y este servidor, que no se perdía una sola aventura.

Ligia Isabel tenía una chispa especial para hacer bromas. Recuerdo especialmente su dinámica con Alberto Ochoa. Alberto, con su calvicie reluciente y sus ojos azules de tipo gringo, rubio, era un blanco perfecto para las bromas de Ligia. Una vez, en plena planificación de una de nuestras escapadas, Ligia se volvió hacia él con una sonrisa pícara y le dijo:

—Alberto, no se ponga “camisas amarillas". ¡Que queda de “fondo entero”!

Todos reímos, incluyendo a Alberto, que ya estaba acostumbrado a las bromas de Ligia. Pero no era el único en la línea de fuego de su humor. Edgardo Echeverry, que tenía su cabeza como “Bola de Billar” por su calvicie, también era un blanco frecuente.

—Edgardo —le dijo una vez Ligia mientras preparábamos una salida—, si te veo a una cuadra de distancia —no sé si vienes o vas.—

El pobre Edgardo, con su característica risa contagiosa, no pudo más que unirse a las carcajadas del grupo. Ligia siempre tenía algo bajo la manga.

—Usted es como la carne, Edgardo —continuó Ligia—. “¡Cada día más cara!”, por lo de la calvicie.

Estas salidas no eran solo paseos; eran una terapia de risas y buena compañía. Cada fin de semana, el grupo se embarcaba en una nueva aventura, siempre con el espíritu alegre y bromista que nos caracterizaba. Y así, con cada broma, cada carcajada, y cada recuerdo compartido, "Los Alegres Parranderos" seguíamos escribiendo nuestra propia historia de camaradería y diversión.

Y "Ligia Isabel", la reina del corazón de los —Alegres Parranderos,— era la que nos hacía sentir que la vida es una gran fiesta y que la amistad es la mejor música que podemos escuchar. ¡Era como si la vida misma nos hubiera dado una oportunidad para vivir y disfrutar de cada momento!

Después del cierre del banco Andino en 1993, Ligia Isabel siguió siendo el pilar que mantuvo unido al grupo. ¡Era como si la unión del grupo fuera más fuerte que cualquier obstáculo!. Yo tuve la suerte de asistir a dos de esas reuniones, en 1998 y 2001, y fue como viajar en el tiempo. 

¡Allí estaban personas que hacía tiempo se habían retirado del banco, inclusive empleados que habían laborado desde sus comienzos en los 70s (Nelly Hernandez, Hugo Jimenez, Gustavo Jaramillo) ¡Era como si el tiempo se hubiera detenido y todos hubieran vuelto a ser jóvenes y locos nuevamente!

La unión del grupo era palpable, era como si Ligia Isabel hubiera tejido una red de amor y amistad que no se rompía con el paso del tiempo. ¡Era como si la vida misma nos hubiera dado una segunda oportunidad para revivir aquellos momentos de alegría y risas!

Mi querido grupo de —intrépidos aventureros,— siempre prestos para cualquier faena, no podía faltar a la cita cuando el “Negro Balvin” nos lanzó la propuesta. Esta vez, la aventura era visitar a su madre, “doña Teresita", allá por los lares de —Aranjuez—. Una señora encantadora, con una risa contagiosa y una chispa en los ojos que no se apagaba ni con un huracán. Se decía, con orgullo y una risita pícara, que todavía tomaba —aguardiente— y fumaba “cigarrillos Pielroja", —esos que te entran al cerebro y te desgarran el alma.— No dejó esas costumbres hasta que se marchó de esta vida, entrada ya en sus ochenta y pico de años.

—¡Venga, vamos a ver a doña —«Teresita!»—dijo el "Negro Balvin" con su usual entusiasmo.

Ligia Isabel, Ángela María y este servidor no lo dudamos ni un segundo. Y allí estábamos, sentados en la salita de “doña Teresita”, escuchando sus historias, riéndonos a carcajadas con sus anécdotas sobre su vida en los "Llanos del Cuiva"

En medio de las risas y el aguardiente, doña "Teresita" y "Hernando Balvin", su hijo, nos hicieron una propuesta inesperada: «¿Por qué no van a que la vecina les lea la suerte?» Es muy buena, dicen. Es experta en «cafeomancia».

—¿«Cafeomancia»? —preguntó Ligia Isabel, intrigada.

—Sí —respondió Hernando—, «es una forma de adivinación que utiliza los posos del café», o sea, los "residuos que quedan en la taza", para interpretar símbolos y mensajes ocultos.

—¿Leer la suerte en "los posos del café"? —dijo Ligia Isabel, con una ceja levantada y una sonrisa incrédula.

—Sí, sí, ¡es muy buena! —insistió Hernando, con la seriedad de quien está revelando un secreto milenario—. Solo necesita una taza de café.

La curiosidad pudo más que el escepticismo, y decidimos probar. La casa de la vecina, una señora entrada en años con un chal de lana y una mirada profunda, olía a incienso y café recién colado. Nos recibió con una sonrisa enigmática y nos invitó a pasar a una pequeña habitación iluminada por velas, que si parecía un «santuario de la adivinación».

Uno a uno, fuimos entrando. La señora, con movimientos lentos y precisos, vertía el café en nuestras tazas y nos pedía que bebiéramos hasta dejar solo "los posos". Luego, con una concentración casi mística, examinaba los "restos" de café en cada taza y comenzaba a desvelar nuestro futuro.

"Ángela María" salió con los ojos como platos.

—¡Me dijo que me casaría pronto! —exclamó, con una mezcla de asombro y emoción.

"Ligia Isabel", por su parte, que vivía en “en la eterna espera del ‘sí’ sin fecha de entrega”. 😄.

—Me aseguró que "Hernán", mi novio, por fin se decidirá a dar el gran paso. ¡Y que su madre, —la suegra,— me adorará eternamente!

Yo, el más escéptico del grupo, salí con una sonrisa burlona.

—¡A mí me dijo que mi futuro está en otro país! ¡Y que un hombre de « pelo blanco » me ayudará a llegar allí! ¡Qué disparate!

Los años pasaron, y las risas y bromas sobre aquella tarde en —Aranjuez— se fueron diluyendo en el recuerdo. Pero, para nuestra sorpresa, algún tiempo mas tarde, las «predicciones» de la adivina comenzaron a cumplirse una a una.

Ángela María se casó con Jaime, un joven apuesto de los que venían de Bogotá a las auditorías. Ligia Isabel, después de años de espera, recibió el anillo de compromiso de Hernán y descubrió que su suegra era un ángel caído del cielo. Y yo, incrédulo, al fin pude obtener una visa para «Canadá«». Mi hermano, con su inconfundible "mechón blanco", me ayudó a conseguir los papeles y a hacer las maletas. (Angela Maria duró unos años su matrimonio, después se divorcio. Ligia Isabel vive felizmente casada desde aquellos años, yo estoy en Canadá desde el año 1988.)

La vida, como siempre, nos tenía preparada una —sorpresa.—  Y aquella tarde en "Aranjuez", entre risas y café, habíamos vislumbrado un futuro que, en aquel entonces, parecía tan improbable como divertido.

**Moraleja:**
A veces, la vida nos da lecciones —inesperadas— en los lugares más insinsospechados. Y aunque el escepticismo sea nuestro escudo, nunca está de más dejarse llevar por la magia de lo —desconocido—. Quién sabe, tal vez el destino nos tenga reservada una sorpresa tan agradable como una "taza de café" con un mensaje oculto.

Así, entre risas, aguardiente, cigarrillos «Pielroja» y predicciones inesperadas, "Los Alegres Parranderos" continuaron su legado de amistad y alegría. Ligia Isabel, con su carisma y energía inagotable, siguió siendo el alma del grupo, organizando reuniones y manteniendo viva la llama de la amistad que los unía.

Años después, las anécdotas de aquellos días se convirtieron en leyendas que se contaban con cariño y nostalgia. Las bromas de "Ligia Isabel", las ocurrencias de "doña Teresita" y la misteriosa adivina de "Aranjuez" se quedaron en el recuerdo de bonitos tiempos de risas y complicidad.

Y aunque el tiempo pasó y la vida siguió su curso, el espíritu de "Los Alegres Parranderos" permaneció intacto. Cada encuentro, cada reunión, era una oportunidad para celebrar la amistad, recordar las aventuras pasadas y crear nuevos recuerdos que perdurarían en el tiempo.

Ligia Isabel, la eterna líder del grupo, siempre supo que la verdadera riqueza no se encuentra en el dinero ni en los bienes materiales, sino en los lazos que nos unen a las personas que amamos Con su ejemplo y su espíritu contagioso, nos enseñó que la vida es un regalo que debemos disfrutar al máximo, rodeados de amigos y una sonrisa de felicidad.

Y así, querido lector, concluye esta crónica de "Los Alegres Parranderos", un grupo de amigos que, a través de risas, bromas y aventuras, encontraron la verdadera esencia de la amistad y la alegría de vivir.----------------------------------------------------------------------------------------------------

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Comentarios

  1. Abelardo 👏🏼👏🏼👏🏼
    Que sorpresa leerte de esta manera, he disfrutado montones la narración de esos momentos vividos en nuestro paso por el Banco. Gracias por haberme tenido en cuenta en ésta narración. No te conocía ésta faceta. Felicitaciones!! Te seguiré. Un abrazo ~ Emi

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  2. Don Abel, tus relatos son tan reales que nos transportan a esos tiempos como si los estuviéramos viviendo hoy. Además muy agradecida con tus buenos comentarios, son un halago grande, que en estos momentos me levantaron altísimo el ego. Jajajaja.~Ligia Isabel~

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