No 30 «Historias de Amigos y Aventuras: Galería de personajes bancarios»

 

 "El tiempo es un viajero que nos lleva por caminos inesperados, y en cada parada, nos deja un regalo: —el recuerdo.— En mi caso, mi trayectoria en el mundo bancario ha sido un viaje lleno de momentos inolvidables, de personas que han dejado huella en el corazón y de experiencias que me han regalado maravillosos recuerdos.

A lo largo de los años, he visto cómo las cifras y los números se entrelazan con las risas y las amistades, creando un sin número de vivencias. Desde los nervios del primer día de trabajo hasta las celebraciones de fin de año, cada momento ha contribuido a forjar no solo una carrera, sino también mi carácter y mis relaciones personales.

—El banco, más allá de ser un lugar de trabajo, se convirtió en un escenario donde se desarrollaban historias dignas de una novela: romances inesperados, bromas memorables y, por supuesto, esos momentos de tensión que ahora, con la perspectiva del tiempo, nos arrancan una sonrisa.

A continuación, te invito a compartir conmigo algunos de los más gratos y anecdóticos recuerdos de mi paso por la actividad bancaria. En estas historias, la nostalgia y la risa se entrelazan para crear una narrativa única y emocionante, donde los protagonistas son aquellos compañeros que se convirtieron en amigos, y las situaciones cotidianas que, con el paso del tiempo, se han transformado en leyendas de oficina.

Prepárate para un viaje en el tiempo, donde los estados financieros se mezclan con las aventuras después del trabajo, y donde descubrirás que, a veces, los mejores intereses no son los que se calculan, sino los que se cultivan en el corazón."

**Alberto "Tenorio" Ochoa: El Rey de la Parranda y las Conquistas**

¡Ah, qué tiempos aquellos! —suspiraba “Alberto Ochoa”, bien conocido como "el mono Ochoa”. Con cara de "gringo paisa", este personaje era una verdadera joya en el banco. Su imaginación era tan fértil que podría haber trabajado en Hollywood inventando y exagerando historias. Entre los compañeros, su remoquete "Tenorio" se lo había ganado a pulso, especialmente de la boca de Rubén Darío Castañeda.

—Mira quién llegó, el "Don Juan" del banco —decía Rubén, con una sonrisa pícara.

El apodo no era gratuito. “Alberto” tenía un gusto particular por las mujeres y, para su fortuna, al banco siempre llegaban “hermosas damas”. Claro, no estaba solo en sus andanzas, pues “Nicolás Suarez”, otro colega, también tenía afición por el —arte del cortejo.— Entre ellos había una competencia feroz, pero siempre amigable, sobre quién lograba más sonrisas y suspiros femeninos.

—Los viernes culturales eran casi sagrados, después de una semana de arduo trabajo. La tradición dictaba que había que relajarse con unas copas entre amigos. Una de esas noches, Alberto y “este servidor” decidimos irnos de rumba por los lados de “Envigado”, en una de esas salidas épicas donde las risas y las "conquistas" estaban a la orden del día.

—¡Vamos, que hoy se arma la rumba! —decía “Alberto”, siempre dispuesto a animar al grupo.

Fue precisamente después de una de estas memorables noches de parranda cuando decidimos otorgarle a “Alberto” un reconocimiento especial. Con la solemnidad que solo el alcohol puede proporcionar, sacamos un—diploma— cuidadosamente enrollado y atado con una cinta roja:

«LA COMUNIDAD AMERICANA DE REBELDES PARRANDEROS 

(“COMAREPA") OTORGA A: ALBERTO OCHOA "TENORIO"

EL "DIPLOMA DE PARRANDERO"

Por su solidaridad, gallardía, rapidez, amplitud, buen chorro de amigos, chispa adelantada, y tolerancia en varias fincas (propias o ajenas) que han hecho de este amigo inconmensurable el campeón de la felicidad compartida. ¡Brindamos por Él!»

“Alberto”, con mucha emoción (o tal vez por el exceso de tragos), aceptó el “diploma” con una reverencia exagerada.

—Amigos míos —dijo con voz entrecortada—, este diploma es la prueba de que mi vida no ha sido en vano. ¡He cumplido mi misión en la tierra!

Todos reímos, pero en el fondo sabíamos que era cierto. “Alberto” no solo era un maestro en el arte de la conquista, sino también en el de la amistad y la alegría compartida.

Esa noche, como tantas otras, “Alberto” insistió en que me quedara en su casa. 

—¿Sabes por qué insisto tanto en que mis amigos se queden en mi casa, después de los tragos? —me preguntó, con una sonrisa cómplice—. Lo hago para evitar “discusiones” con mi señora. Si llego solo, "se arma la de Troya", pero si llego con compañía, a mi esposa le da pena —armarme escándalos.

Y como si fuera poco, me reveló su truco de supervivencia matrimonial para el fin de semana:

—Mira, este otro “truco”, es infalible. Cuando tengas “programa” para la tarde, a la hora de levantarte temprano, te duchas y te vistes. Así, si en algún momento más tarde necesitas "perderte" de nuevo, a calmar “guayabo”, ya estás listo. ¡Evita las preguntas incómodas de "usted para dónde va"! ¡Truco fácil!

Con los ojos bien abiertos y una carcajada, no pude evitar reconocer la astucia de “Alberto”. Este tipo de —estrategias no estaban en ningún manual de vida matrimonial, pero parecían funcionar a las mil maravillas.

—Y así, con su "Diploma de Parrandero" colgado en un lugar de honor, —Alberto "Tenorio" Ochoa siguió siendo la leyenda viviente del banco, el rey indiscutible de la parranda y las conquistas, y el amigo incondicional que siempre estaba dispuesto a compartir una risa, un trago y un buen consejo para sobrevivir en el complicado mundo del amor y el matrimonio.

**Guillermo González, "El Rápido" o "Flecha Veloz" del Banco**

¡Ah, Guillermo González, otro enigmático Tenorio! —solía decir “Alberto Ochoa” con una sonrisa traviesa—. Un "Don Juan" de otro nivel, discreto y serio como ninguno. Lo apodaban "El Rápido" o "Flecha Veloz" sin que él se diera cuenta. Imagínense, semejantes remoquetes para un conquistador de mujeres que ni siquiera lo sabía.

La discreción de Guillermo era tal que generaba una confianza inexplicable en las féminas. Era como si su aura de seriedad y misterio fuera un imán irresistible. Claro, esto no pasaba desapercibido para “Alberto”, quien aprovechaba cualquier oportunidad para bromear sobre las habilidades de su amigo. Decía que era un “avión que volaba con los motores apagados”

—Oye, Guillermo —le decía Alberto en tono burlón—, sí le guiñas un ojo a tu novia, ¡la dejas en embarazo! Y si le guiñas los dos, ¡nacen mellizos!

Guillermo, siempre imperturbable, respondía con una sonrisa enigmática y un encogimiento de hombros.

—Ya sabes cómo soy, “Alberto”, ¡la precisión es mi segundo nombre!

Un día, durante un descanso en la oficina, la conversación giró inevitablemente hacia las andanzas amorosas de “Guillermo”.

—¿Y cómo haces para mantener esa discreción, “Guillermo”? —preguntó Rubén Darío, con curiosidad genuina.

—Es simple —respondió Guillermo con su tono sereno—. La clave está en ser auténtico y respetuoso. Y, claro, tener un poco de suerte no viene mal.

Alberto no podía dejar pasar la oportunidad.

—¡Auténtico y respetuoso! —exclamó—. ¡Y un guiño de ojos más potente que un conjuro de amor!

Fue entonces cuando “Alberto” sacó de su escritorio un papel enrollado y atado con una cinta roja.

—¡Señoras y señores! —anunció con voz solemne—, tengo el honor de presentarles el reconocimiento más prestigioso en el mundo de los “Don Juanes”.

Desenrolla el papel y comenzó a leer:

—«La Corporación Mundial de Aves de Rapiña, "COPIÑA"

La Asociación Nacional de Gallinazos, "ASONALGA"

La Academia Regional de Investigaciones en Avifauna, "ACARICEA"

Reconocen las habilidades magnéticas del SR. Guillermo González "El Rápido"— En el gracioso arte del “picoteo sentimental y amoroso”,  y “donjuanesco”, le otorgamos el

«DIPLOMA DE GALLINAZO»

La oficina estalló en carcajadas mientras “Guillermo”, por primera vez, parecía genuinamente sorprendido.

—Vaya, —dijo finalmente, recuperando su compostura—. Parece que mi carrera como “gallinazo” ha despegado sin que me diera cuenta.

—Y que lo digas, amigo —respondió “Alberto”, entregando el diploma—. Ahora estás oficialmente certificado para el “atraco amoroso", con todos sus riesgos y sin indemnización nupcial.

Desde ese día, el "Diploma de Gallinazo" ocupó un lugar de honor en el escritorio de Guillermo, recordando a todos que incluso el más discreto de los Don Juanes puede terminar siendo reconocido por sus "habilidades magnéticas".

«La "digestión" de Hernando Balvin: Un misterio resuelto por un amigo peludo»
**La Hazaña del Perro Salvavidas**

Fue en un paseo a una finca en — Girardota, Antioquia,—  cuando sucedió la memorable hazaña. “Hernando Balvin" y los demás compañeros fuimos recibidos por sus dueños, un matrimonio tan humilde como hospitalario. ¡Vaya si nos atendieron con comida y bebida! Era como si nos hubieran esperado toda la vida.

“Hernando”, con apetito voraz y "estómago antillano" que tanto lo caracterizaba, no pudo resistir tantas atenciones. Ya entrada la noche, se sintió mareado.

—¡Al catre, que me da vueltas el mundo! —exclamó antes de irse a dormir.

Pero tan pronto se acostó, sintió que el alcohol y los “ricos manjares" le pedían salida con urgencia. ¡Y zas! Sin tiempo ni de ir al sanitario, el “Negrito Balvin” "devolvió todas las atenciones" justo al lado de la cama. ¡Era como si el estómago hubiera decidido tomar venganza!

—¡Ay, mamita querida! —pensó el infeliz al ver semejante desastre—. ¿Cómo le hago para limpiar esto antes de que los otros se levanten? —¡Qué vergüenza!— 

Pasó la noche en vela, agobiado por tan penosa situación. En medio de sus cavilaciones, escuchaba unos “ruiditos” extraños. ¡Era como si el perrito de la casa estuviera riendo de él!

Al rayar el alba, «Balvin» se puso en pie decidido a borrar todo —rastro—  de su bochornoso accidente. ¡Pero cuál fue su sorpresa al no encontrar ni una miserable mancha! Miró por todos lados y ni señas había de lo sucedido la noche anterior.

En la tarde, mientras tomábamos el fresco en los corredores de la finca, vimos al perrito echado al sol con esa cara de “guayabo” tan particular. ¡Era evidente que el muy pícaro nos había hecho el favor de limpiar el estropicio! Era como si el perrito hubiera dicho: "No te preocupes, “Negrito”, yo te cubro las espaldas", expresion muy utilizada por “Hernando”. 

“Hernando” no podía creer que el humilde perrito le hubiera ahorrado la vergüenza de confesar su accidente. Desde entonces, cada vez que veíamos un perro, no podíamos evitar reírnos y recordar aquella anécdota. ¡La hazaña del “perrito salvavidas” y el Negrito Balvin! Una de las historias más divertidas que recuerdo de mi paso por el banco, donde las risas y las aventuras se mezclaban como un cóctel explosivo.

**Las Etílico-Aventuras de Federico Sierra y Rubén Castañeda**

¡Ah, los viernes de aquellos tiempos en el banco! Eran días de salidas y aventuras inesperadas, donde el alcohol y la buena compañía se mezclaban en un cóctel de risas y locuras. Y cuando “Federico Sierra” era nuestro jefe, esas jornadas tomaban un tinte aún más especial.

Recuerdo aquella noche en que “Federico” invitó a “Rubén Castañeda”, el hombre más simpático y sonriente que conocíamos, a tomar unas copas. En ese entonces, “Federico” andaba de novio con la que sería su futura esposa, “Marta”, quien vivía en el “Carmen de Viboral", un pueblito alejado de “Medellín”.

Conforme los "guarilaques" hacían su efecto, a “Federico” se le “alborotaba” su enamoramiento, y sin previo aviso, invitaba a quien estuviera con él a viajar para ver a su novia. ¡Y a la hora que fuera, contrataban un vehículo y seguían su fiesta por el camino!

Igual que a “Hernando Balvin” en aquella memorable anécdota, la noche de excesos le pasó factura a “Rubén”. Al llegar al “Carmen de Viboral”, el pobre "Rubencho" estaba mareado y con ganas de ir al baño. Resultado: también "devolvió las atenciones" en el sanitario.

Pero aquí viene lo mejor: con tan mala suerte que su " prótesis dental" salió disparada en medio del percance. ¡Imagínense la escena! “Rubén”, con esa sonrisa característica ahora incompleta, tuvo que solucionar el inconveniente de inmediato, enjuagando y regresando la prótesis a su lugar de origen.

—¡Listo, amigo! Como si nada hubiera pasado —dijo “Rubén”, guiñando un ojo y recobrando su característico buen humor.

Asunto solucionado sobre la marcha, como solo él sabía hacerlo. Porque esas eran las etílico-aventuras de “Federico Sierra” y sus compañeros: noches de excesos, risas y percances que, al final, solo servían para reforzar los lazos de amistad y dejar anécdotas memorables.

 El "Casanova doméstico" y la trampa ingeniosa: Una historia jocosa 

Esta anécdota, contada por el mono “Alberto Ochoa”, tiene un final tan “cómico-dramático” que decidimos mantener en el anonimato al supuesto protagonista, para no «voletiarlo» mucho.

Nuestro anónimo compañero, felizmente casado, había contratado para su casa una empleada del servicio, que iba los fines de semana a todo tipo de labores de limpieza y demás. Según cuentan, dicha empleada era muy “guapa” y de “muy buen mirar”, mejor dicho, muy «aliviada».

Nuestro compañero, los fines de semana, acostumbraba ir a la tienda de la esquina y tomar hasta tarde. A medida que la noche avanzaba, y con cada “libación”, sus fantasías se hacían más posibles en su mente, pensando en tan guapa empleada del servicio. Con cada aguardiente de más que se tomaba, los planes en su cabeza iban mejorando, tanto como un inolvidable y posible encuentro amoroso. La casa era grande y dicha empleada estaba en una pieza muy al fondo, lejos del lecho nupcial. Cosa que mejoraban sus planes

Lo que nuestro incauto compañero no sabía era que dicha empleada ya había maliciado de sus “morbosas miradas”. Cosas de mujeres, que las malas intenciones las adivinan rápido. Como la empleada doméstica ya sospechaba de los planes macabros de nuestro compañero, se ingenió una magnífica idea que la misma NASA le hubiera dado un premio. La deben estar buscando para más buenas ideas.

Después de sus labores, y a sabiendas que nuestro amigo andaba tomando, se fue a acostar. Sin antes elaborar una ingeniosa trampa. Montó detrás de su puerta para atrancarla, dos taburetes uno sobre otro, y arriba puso una olla vacía con tapa. En caso tal que alguien intentara entrar, dichos —artilugios— caerían estruendosamente. El ruido se escucharía hasta en el vecindario y, en el silencio de la noche, ya se pueden imaginar.

Pues sí, mis amigos, las sospechas de la empleada del servicio le salieron al pie de la letra. Siendo pillado in fraganti por su esposa…

Imagínense la vergüenza de nuestro casanova doméstico.

La escena fue digna de una telenovela:

—¡Mira quién llegó, todo un “James Bond” de pacotilla! —dijo la esposa, cruzada de brazos y con cara de pocos amigos.

Nuestro protagonista, tambaleándose y con la camisa desabotonada, balbuceó:

—No, mi amor, es que yo… estaba… vigilando la casa… por si las dudas…

—Sí, claro, vigilando la casa —respondió ella, sarcástica—. Lo que estabas vigilando era otra cosa. Y a juzgar por el ruido, te pillé justo en el acto.

La olla seguía rodando por el suelo y los taburetes caídos parecían estar de acuerdo con la esposa. Nuestro compañero, con la cara roja como un tomate, intentó recomponer su dignidad:

—Mira, no es lo que parece. Es que… bueno… yo...

—¿Sabes qué? —interrumpió ella—. Mañana mismo buscaré otra empleada. ¡Y te aseguro que esta vez será la señora Gertrudis, de 70 años, con rodilla postiza y todo! a ver si pasa algo parecido!

Y así, nuestro casanova doméstico terminó su noche no con un final romántico, sino con una lección que probablemente recordará cada vez que vea una olla.

El mono “Alberto Ochoa” concluyó la historia con una risa y un consejo:

—Mis amigos, moraleja: si van a jugar al seductor, asegúrense de no subestimar la astucia de una mujer. Porque las trampas no siempre están donde uno las espera. Y así, con una carcajada, terminó la anécdota que nos dejó a todos con una sonrisa   una lección aprendida.

"El Humor Genera Intereses" 

Después de haber compartido estas anécdotas que nos han hecho reír, es momento de hacer una pequeña confesión. Pero no se alarmen, que no es nada grave... ¡al menos no tanto como la trampa de la “empleada del servicio”!

Verán, algunas de estas historias que les he contado... bueno, digamos que han sido "mejoradas" por el bien de la comedia. Como diría el gran «Mark Twain»: «Nunca dejes que la verdad se interponga en el camino de una buena historia».

Así que, antes de que alguno de ustedes empiece a buscar en sus recuerdos si realmente hizo algo vergonzoso o si de verdad hubo un “perrito que limpiara sus desastres nocturnos”, déjenme aclararles: algunas de estas anécdotas son tan reales como el “diploma de gallinazo” (lease diploma de mujeriego)  que le otorgamos a “Guillermo Gonzalez” «El Rápido».

—«Pero, ¿entonces todo es mentira?» —preguntarán algunos, con cara de decepción.

¡No, no, no! La esencia de estas historias, el espíritu de camaradería, las risas compartidas, los momentos de alegría... todo eso es tan real como el “guayabo” después de una noche de parranda.

Lo importante aquí, mis queridos amigos, es que estas anécdotas, reales o inventadas, nos han unido una vez más. Nos han hecho reír, recordar viejos tiempos y, quién sabe, tal vez hasta planear una nueva aventura.

Así que la próxima vez que nos reunamos y alguien empiece a contar una historia de nuestros tiempos en el banco, recuerden: puede que no sea 100% verdad, pero seguro que es 100% divertida.

Y como diría nuestro querido «El Rápido»: «En el amor y en las anécdotas, lo importante no es la precisión, sino la emoción».

¡Salud, mis queridos excompañeros! Que nuestras risas sigan resonando, nuestras historias sigan creciendo y nuestra amistad siga fortaleciéndose, con o sin la ayuda de algún «perrito limpiador» o «empleada del servicio vengativa».🤣🐕
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21. “Memorias de mi primer amor” 2a Parte

 27. "Crónicas del Banco: Entre Cuentas y Anécdotas"


Comentarios

  1. "Como diría el gran «Mark Twain»: «Nunca dejes que la verdad se interponga en el camino de una buena historia»."
    ...Y si que son buenas historias, me he reído demasiado pensando en las situaciones, que no deben haber sido muy graciosas para los directamente implicados, en su momento. ~LinaMontoya~

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  2. Abel me divertí, me reí, me transporte, lo leí lo volví a leer tus escritos son divertidos y muy entretenidos. ~Ligia Isabel Arias~

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