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Mostrando las entradas de agosto, 2024

No 39 “Danza de Recuerdos: Espejismos en la nieve”

  M i vida se compone de una serie interminable de despedidas y adioses, cada uno representando el final de una ilusión o un propósito no cumplido. Los vestigios de esos sueños no realizados están presentes en mí, envueltos en una melancolía que me recuerda constantemente lo que podría haber sido y no fue. Sin embargo, en los recovecos de mi memoria, todavía resuena la voz de un pasado distante, recordándome que la vida continúa su curso normal y te puede dar otras oportunidades. Exiliado en las entrañas gélidas de Montreal , me encuentro atrapado entre dos mundos: el que dejé atrás y este nuevo universo de nieve y silencio. La soledad me envuelve como una segunda piel, mientras el desarraigo araña las paredes del alma con uñas de hielo. En este laberinto de cristal que son las calles de Montreal, me veo reflejado como un espectro, vagando entre la bruma del olvido y la esperanza. "La nostalgia es la manera en que el alma se aferra a los días que nunca debieron irse".  "

No 38 "La Huella del Exilio: Entre el Frío y la Esperanza:"

  «Las Aves del Destino:» E n el pueblo donde crecí, la vida se tejía con un entramado de creencias ancestrales y misterios de cada día. Desde pequeño, me contaron sobre las « aves del destino » , seres alados que, según los ancianos, volaban sobre nuestras cabezas, invisibles ante nuestros ojos, pero eternamente presentes en cada pulsación de nuestro corazón. Estas aves, según me explicaron, no eran meras criaturas de plumas y vuelo. Eran seres etéreos, dotadas de un poder ancestral, con la capacidad de influir en nuestras elecciones más personales. Se posaban en nuestros hombros en instantes decisivos, murmurando en nuestros oídos la dirección que debíamos tomar. A lo largo de los años, he comprendido que la vida es un laberinto en el cual las aves del destino nos revelan el camino hacia donde va nuestro ser. Un giro inesperado, un nuevo comienzo, un amor que se desvanece; todo es consecuencia de una elección hecha bajo la guía de estas entidades aladas. Recuerdo las tardes de verano

No 37 "Aromas de esperanza: Renacimiento en el barrio griego de Montreal"

"El oasis de los corazones errantes" E n el ocaso de un verano que se desvanecía lentamente, llegué a «Montreal» como un náufrago a una isla misteriosa. El 28 de julio de 1988 —fecha grabada a fuego en la memoria de mis vivencias— esta bella metrópolis insular emergió ante mí cual oasis en el vasto océano de mi búsqueda existencial. —Las aguas del majestuoso río «San Lorenzo» , (fleuve Saint-Laurent)  cual serpiente plateada, abrazaban esta tierra prometida. Yo, exhausto viajero de sueños y esperanzas, me maravillaba ante su horizonte que se alzaba imponente: —un bosque de palmeras de concreto y cristal que rozaba las estrellas. —La ciudad, enigmática y seductora, se desplegaba ante mis ojos como un libro abierto, sus páginas repletas de historias aún por escribir y contar. El aire, cargado de promesas y desafíos, acariciaba mi rostro con la suavidad de un nuevo comienzo.  —Mientras el sol se hundía en el horizonte, teñiendo el cielo de tonos carmesí y dorado, sentí que mi vi